En medio del sufrimiento y la alegría, nuestra opción debe ser regocijarnos y obedecer al Señor. La obediencia es requisito indispensable para tener derecho a sus bendiciones, así mismo, para que sus promesas se hagan realidad en nuestras vidas. Hablando esto con respecto a los hijos de Dios.
Por lo tanto, amada, es tiempo de afirmar nuestro compromiso con el Señor; sin importar la situación que estemos viviendo, sin importar el sufrimiento o problemas que nos aquejen, aún si el mundo se cae a pedazos alrededor nuestro, acudamos al Señor con corazón sincero. Que nuestro anhelo y gozo radique en lo que es Dios mismo y no en lo que esta fuera de Él.
No nos debemos conformar solo con las bendiciones temporales, que, aunque alegran nuestra vida, son a corto plazo. Mientras que la esperanza y seguridad que ofrece el Señor, son eternas porque son Él mismo.
La fe de Habacuc en el Señor le permitió resistir sin resbalar todas las penalidades. Estaba seguro de la fidelidad del Señor en el pasado y la certeza de que El también controlaba el presente. ¡Habacuc comprendió que con Dios era suficiente, que con Dios bastaba!
Recordemos que el Señor es fiel aun cuando nosotros somos infieles. Si tu querida amiga tienes fe en Dios, ten por seguro que superarás todas las dificultades.
Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.

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