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Foto del escritorTania M Olsson

Mujer, controla la ira

Conocemos los mandamientos de Dios al derecho y al revés, en especial el de Éxodo 20:13 que dice “No matarás” y tal vez nos sentimos orgullosas de no haber llegado a tal extremo; Y nos sentimos buenas personas.


Sin embargo, el Señor profundiza aún más en la ley, y desvela las intenciones más oscuras del corazón.


¿Sabes que es la ira? La ira es un sentimiento de enfado muy grande y violento. La verdad es que cuando fui al diccionario esperaba por un significado más suave que el encontrado. Y me estrellé con la triste verdad de que nosotras a veces minimizamos los pecados, buscando excusar nuestro mal comportamiento. Incluso buscamos excusarnos ante Dios. Al Señor gracias y a Su Palabra que es clara y nos confronta.


El objeto de la ira en este caso es el hermano. Y ¿qué tipo de hermano? En el idioma original significa hermano de vientre, ósea de sangre y figurativamente se refiere a nuestro prójimo, a un semejante. Se refiere a los dos casos.


El Señor describe tres formas de ira injusta que vamos a ver hoy: Mateo 5:21-23


1. Airarnos contra nuestro hermano: hacerlo sin causa. La verdad es que para el mundo puede existir siempre causa justa que da la libertad de enojarnos contra nuestro hermano, pero a la luz de la verdad de Dios; la ira está justificada sólo cuando el honor de Dios está en juego, o cuando alguna otra persona está sufriendo una injusticia. La ira jamás va a ser justa cuando se expresa en represalias por un mal sufrido. Por lo tanto, es mejor como dice la Palabra “Sufrir el agravio” 1 Co 6:7



2. Insultar a nuestro hermano: Aún más grave es el pecado de insultar al hermano. En tiempos de Jesús se empleaba la palabra Raca como palabra injuriosa de menosprecio. (Un término arameo que significa “vacío”, y traducido “Imbécil” en la versión RVR77)

3. Maldecir a nuestro hermano: finalmente llamar a alguien insensato, aquí esta palabra quiere decir mas que un zoquete. Se refiere a alguien moralmente insensato y que debería estar muerto y expresa el deseo de que lo estuviese. Actualmente se utiliza diferentes formas de maldecir a otra persona tales como, muérete, vete al infierno, ojalá te pudras…etc.


Como vemos en los tres casos el grado de agravio se va intensificando y con este su castigo. Si Me aíro contra mi hermano, seré culpable de juicio. Si le Insulto pasaré de juicio al tribunal más alto del país y por último, si Maldigo a mi hermano, seré merecedora del infierno.


Amadas, No hay error en la severidad de las palabras del Salvador. Él nos enseña que la ira contiene la semilla del homicidio, que las palabras insultantes contienen el espíritu del homicidio, y que el lenguaje de maldición implica el mismo deseo de maldecir.


Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.



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