Mujer, el amor del Señor es tu plenitud

Juan 3:16 hace la más grande declaración de toda la historia y las edades. Un maravilloso y divino hombre, se sacrificaba por miles, ¡sólo por amor! Y ¿Cómo este sacrificio hecho por amor, me independiza de este mundo cruel y hostil?

De la manera mas sublime y sencilla, cambiándome de posición. Ya que El Señor tomó mi lugar en la cruz.

Esto no quiere decir que los sufrimientos se acabaron en mi vida, No, lo que significa es que a través del Señor Jesucristo tengo el poder de enfrentar los sufrimientos, problemas, ansiedades y de más, de una manera victoriosa. Romanos 8: 31 me dice que, Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

Por amor el Señor no solamente tomo mi puesto en la cruz, sino que me da el control sobre mis sentimientos, reacciones, actitudes y decisiones. Dios no me ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 2 Timoteo 1:7 Su amor me hace fuerte, me hace sentir amada, apreciada y valorada.

Salmos 27:10 declara “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, El Señor me recogerá” Lo que indica que ya no estaré mendigando amor jamás, porque aquel que lo creo todo, mi Dios Todopoderoso me ha amado eternamente y desde antes de la fundación del mundo.

No hay amor más incondicional, imparcial y perfecto que el de Dios, un amor que te declara tu independencia del mundo, pero te sostiene por completo en Sus brazos.

Entonces, ¿por qué sentirme derrotada? ¿Porque depender de otros totalmente para ser feliz, si tengo el perfecto amor a mi lado?

Amada, el secreto del amor divino y eterno, no radica en ningún esfuerzo humano y propio por agradarle a Dios y ganar su salvación; sino que a través del Señor Jesucristo me ha libertado de las cadenas del pecado y me ha hecho una nueva criatura en El.

El amor de Dios es el único y verdadero amor que sana, cura tus heridas, te fortalece y te da vida. En el amor de Dios se halla la plenitud de una verdadera mujer virtuosa.

Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.