Que majestuoso el alcance del programa divino de Dios, no solo le bastó, rescatarnos de la muerte y separación eterna de él, sino que también nos ha hecho conformes a la imagen de su precioso Hijo el Señor Jesucristo.
Pablo declara en Romanos 8:29 esta afirmación. “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
Este precioso versículo nos deja ver en primer lugar que Dios nos conoció de antemano en la eternidad pasada, por lo tanto, nos predestinó a ser moldeados conforme a la imagen de su Hijo. De modo que este conocimiento jamás quedaría frustrado.
No es suficiente decir que Dios conoció de antemano aquellos que el vio que un día se arrepentirían y creerían. En realidad, es su conocimiento anticipado lo que asegura el arrepentimiento y creencias finales.
Amada, ¡que pecadoras impías como lo fuimos nosotras, fuésemos transformadas en la imagen de Cristo por un milagro de la gracia, es una de las verdades mas asombrosas de la revelación divina!
Cabe aclarar que la imagen no se trata jamás, de adquirir los atributos de la deidad, o siquiera que vayamos a tener semejanza facial de Cristo, sino que seremos moralmente como Él, absolutamente libres de pecado, y que poseeremos cuerpos glorificados como el de Él.
Indudablemente en aquel día de gloria Él será el primogénito entre muchos hermanos, y la palabra primogénito aquí se refiere al primero en rango de honor. El Señor jamás será Uno entre iguales, sino Aquel que tiene el puesto supremo de honor entre Sus hermanos y hermanas.
Mientras tanto Pablo dice en 2 Corintios 3:18 que “Somos transformadas de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” por eso es que es tan importante que pongamos nuestra mirada en el Señor, no fijando los ojos en nuestro propio yo, ya que esto trae derrota; No fijando la mirada en los otros, ya que trae desaliento, sino concentrándonos en la gloria del Señor; así es como vamos asemejándonos a Él.
Esta transformación a su imagen no es un proceso instantáneo, sino una gloria siempre creciente. Por lo tanto, amada tenemos mucho que aprender y de la única manera que Su imagen se ira formando en nosotras por medio del Espíritu Santo es enfocándonos totalmente en Él.
Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.
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