Una de las mayores dificultades que me han aquejado aquí en Suecia es la oscuridad. Viví toda mi vida en un país hermoso y tropical llamado Colombia, donde todos los días se amanece algo antes de las seis de la mañana y anochece algo antes de las seis de la tarde.
Me acostumbre a vivir bajo el sol radiante, bajo la luz brillante, que durante 12 horas alegraban mis días. Las noches siempre me han referenciado, el tiempo designado por el Señor para reposar el alma, descansar el cuerpo, y recargar la mente.
La noche, aunque es hermosa creación de Dios, también es la guarida del maligno para efectuar muchas de sus artimañas, es donde la mayor parte de su maldad actúa; Es por eso que 1 tesalonicenses 5:5 nos recuerda “Que somos hijas de luz, hijas del día; no somos de la noche ni de las tinieblas”
La frase “hijos de luz” corresponde a una expresión hebrea que caracteriza a los creyentes como hijos de Dios y aquellos que habitan en el reino de la rectitud moral. Dios, como su padre celestial, es luz porque en no hay tinieblas en absoluto.
Ser luz no significa literalmente una emanación de luz directa como tal, como el resplandor de una gloria, sino a la claridad contundente que nuestros frutos como hijas de Dios refleja a los demás y al mundo. ¡Así mismo, como Dios a través de Cristo, lo hizo!
Juan 3:19 dice “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”
Las obras son un reflejo a los ojos de la humanidad, donde el Señor las compara bien sea con la luz o con las tinieblas dependiendo de su fuente o procedencia. La luz es la referencia para quienes siguen y viven sus leyes morales y celestiales, son aquellos que aman la justicia, y esta brilla por si sola, no porque venga de los hombres, sino porque Dios es Santo, Puro, Recto, Él es la verdadera justicia.
Quienes viven en la oscuridad, son quienes aman el pecado, y se sienten intimidados con el comportamiento de quienes hacen lo correcto ante los ojos de Dios, no aman la verdad, ni la justicia, por lo tanto, no aman a Dios.
Así que, hay una gran diferencia entre quien hace lo correcto y quien hace lo malo ante el Señor. ¿En qué posición te encuentras tu hoy? ¿son tus obras testimonio de tu fe que alumbra este mundo lleno de oscuridad moral? ¿Hay algo en tu ser, que obstruye la comunión con Dios, para que esa luz de tu testimonio brille sin límites? ¿estamos influenciando al mundo con la verdad de Cristo, o estamos poniendo en duda su nombre?
Que el Señor nos ayude a amar su verdad, su justicia, y a vivir conforme a su palabra para ser verdaderas hijas de luz, verdaderas hacedoras del bien, para que el nombre del Señor, llegue hasta los lugares más recónditos y escondidos por la oscuridad.
Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.
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