¿Cuántas veces te sentiste abrumada, desdichada, y desamparada, por tus malas acciones? Buscabas el perdón de las personas y no lo hallabas. En mi caso lo viví muchas veces; más ahora mi historia es diferente.
Amada es muy importante esta reflexión porque muchas no entendemos el alcance del siguiente versículo que voy a nombrar, 1 Juan 2:1 “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
Estar en Cristo, no solo nos da identidad, sino también perdón. Juan denota 3 roles importantes que afectara de por vida nuestra comunión con Dios.
1. El rol del Dios Padre.
2. El rol de Jesucristo como nuestro abogado defensor.
3. El Rol del Espíritu Santo.
4. Y el rol de nosotras como hijas.
Desde que iniciamos nuestra vida cristiana, contamos con archienemigo a sueldo, satanás, quien constantemente nos estará acusando ante el Padre, sin embargo, a Su diestra esta nuestro abogado defensor quien actúa como intercesor para defendernos de sus acusaciones.
Aunque el pecado ante Dios, demanda justicia. La sangre de Cristo y su sacrificio en la cruz fueron suficientes para satisfacer la demanda del Padre. Lo que no pudo hacer la ley, lo ha hecho nuestro amado Salvador.
Cristo no es solamente la propiciación de nuestros pecados; sino también los de todo el mundo. (1Juan 2:2) El no vino a condenar al mundo, sino a salvarlo, sim embargo quien le rechaza, este será condenado. (Juan 3:18)
Ahora bien, cuando pecas, no dejas de ser hija de Dios, aquí en este versículo la idea es que el pecado sea conquistado por medio del Espíritu Santo, que no seas dominada por él. No es una licencia para dar pie a lo que muchos dicen: “el que peca y reza empata” lo que Juan nos quiere decir es que, si algún día llegamos a caer, no tenemos que huir de Dios, al contrario, es cuando más nos debemos aferrar a Él.
Recordemos siempre, que, aunque el pecado en la vida de un creyente quebranta la comunión, no quebranta la relación. Desde aquel momento en que nacemos de nuevo, Dios es nuestro Padre, y nada nunca puede afectar esa relación. Un nacimiento es algo que no se puede deshacer, un hijo puede deshonrar a su padre, pero sigue siendo hijo por el hecho del nacimiento.
Sintámonos afortunadas hoy y siempre porque Cristo es el defensor eficaz de nuestra causa ante el Padre, ya que él es El Cordero de Dios sin mancha que ha recibido la pena de muerte que merecían nuestros pecados. Así que Jesús frustra con éxito rotundo las acusaciones del maligno contra nosotras.
Que el Señor nos ayude a comprender la eficacia del perdón ejercido del Padre hacia nosotras. al igual que el maravilloso papel de nuestro Señor Jesucristo como nuestro abogado defensor e intercesor, y el trabajo extraordinario del Espíritu Santo que nos ayude a tener control sobre el pecado.
Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.
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