Efesios 2: 4-5 dice “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)
La salvación de Dios trae vida espiritual a los muertos. El poder que levanta a los creyentes de la muerte y les da vida es el mismo poder que suministra energía en todos los aspectos de la vida cristiana.
El cambio que Dios por su gracia realiza en nuestras vidas es prodigioso. Es un cambio que Él emana de sí mismo y que se manifiesta a través de “Su misericordia y Su gran amor”. De la fatalidad y desesperanza del valle de la muerte, nos traslada a los deleites indecibles del reino del Hijo del amor de Dios.
Dios es el autor de este cambio, no existe nadie que lo hubiera podido hacer, ni tampoco que lo quisiera hacer. Por eso el motor por el cual el Señor nos dio vida nuevamente, es su inagotable amor, su amor es grande porque Él es su fuente.
Así que, amada, es más grande sentirse amada por el Poderoso Soberano del universo, que por un semejante un humano. El amor de Dios es grande por el precio que ha pagado, “la muerte de Su amado Hijo en la cruz”
Como resultado del amor de Dios para con nosotras, y como resultado de la obra redentora de Cristo, es que hemos sido:
1. Vivificadas juntamente con Cristo.
2. Resucitadas juntamente con Él.
3. Sentadas con Él.
El Señor Jesucristo actuó como nuestro representante, no solo por nosotras, sino como nosotras. Por ello cuando:
1. El murió, nosotras también morimos.
2. Cuando Él fue sepultado, nosotras también fuimos sepultadas
3. Cuando Él fue vivificado, resucitado y sentado en los lugares celestiales, también lo fuimos nosotras.
Todos los beneficios de su obra sacrificial los gozamos nosotras por nuestro vínculo con Él, por lo tanto, hoy podemos gritar al mundo que estamos vivas, que tenemos vida en abundancia, y que disfrutamos de una eternidad junto al Rey de reyes y Señor de señores, “Jesucristo”
Que el Señor nos ayude a vislumbrar las grandes maravillas y milagros que Él ha hecho en nosotras a través de su majestuoso plan divino de salvación, ósea a través del Señor Jesucristo.
Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.
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