Mujer, Glorifica a Dios amando a tus enemigos

Amar a nuestros enemigos es la más alta justicia que demanda el Reino del Señor Jesucristo y es algo que tiene que ver con la voluntad, no principalmente con las emociones. “La voluntad debe dominar nuestras emociones, no nuestras emociones a la voluntad”

Amar a nuestros agresores no es un afecto natural, porque no es natural amar a quienes nos aborrecen y nos hacen daño; es una gracia sobrenatural y puede ser manifestada solo por los que tienen vida santa y el carácter piadoso controlado por el Espíritu Santo.

No hay virtud alguna en amar y saludar a nuestros parientes y amigos, los inconversos pueden hacer esto. No hay nada definitivamente cristiano acerca de esto. Si nuestras normas no son más elevadas que las del mundo, es cosa segura que nunca haremos impacto en el mundo.

Cristo dijo que sus seguidores deberían devolver bien por mal, de modo que podamos demostrar que somos hijas legitimas del Padre, aquí se debe aclarar que esta acción no es el camino para ser hijas de Dios; sino para demostrar que ya lo somos. Es el fruto de entregar nuestro corazón al Señor y de estar bajo un proceso constante de transformación por El Espíritu.

Una verdadera hija de Dios no muestra parcialidad ni hacia los malos, ni hacia los buenos; ambos como dice el Señor se benefician del sol y la lluvia. Estamos siendo llamadas a comportarnos con gracia y con rectitud para con todos.

Porque nuestro llamado es a ser perfectas, como nuestro Padre es perfecto, más hemos de entender la palabra “perfecto” a la luz del contexto. No significa sin pecado ni tacha. La perfección aquí hace referencia a la madures espiritual que capacita a una mujer cristiana a imitar a Dios en la dispensación de bendición a todos sin parcialidad.

Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.