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Foto del escritorTania M Olsson

Mujer, ora con sinceridad

Mateo 6:5 dice: “Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa”


La hipocresía en la oración radica en las intenciones del corazón, por lo tanto, amada, no deberíamos posicionarnos a propósito en áreas públicas de modo que otros nos vean orar y queden impresionados por nuestra piedad. Si el único motivo para la oración es el deseo de destacarnos, entonces como dijo El Señor, la prominencia conseguida es la única recompensa.


Las expresiones “aman” y “para ser vistos” nos muestran que hay una intención arraigada y que proviene del corazón, es un sentimiento valioso para el hombre, y es parte de su tesoro más importante, que está por encima de alabar, bendecir y glorificar a Dios.


La mayoría de estos personajes se hacen llamar cristianos, más su corazón esta mas lejos de Dios, que la distancia de la tierra al sol; sus intenciones están lejos de obedecer, agradar y alabar al Señor, al contrario, quieren toda la gloria para ellos mismos, por eso el Señor termina el versículo diciendo “de cierto os digo que ya tienen su recompensa” una recompensa que no pasa más allá de la superficie de la tierra, y que rebota no más allá de la esfera terrenal.

Podremos engañar a los hombres, pero jamás al Señor, es Él quien pesa nuestros corazones y sus intenciones.


El pasaje no se puede forzar para prohibir la oración pública. La iglesia primitiva se reunía para la oración colectiva (Hch 2:42) la cuestión aquí no es donde oramos, sino porque oramos: si para ser vistos por los demás o para ser oídos por Dios.


Una mujer cristiana aborrece orar con intensiones antibíblicas que solo acaparan la atención de los hombres. En lugar de esto, ella ama estar a solas con el Padre, porque sabe que es así como trae bendición a su vida y da gloria a quien de verdad la merece, a su Señor y Salvador.


Que Dios nos instruya y direccione en sabiduría, para utilizar la oración correctamente, de modo que demos Gloria a su nombre, y seamos bendecidas por el altísimo.


Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.



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