Continuando con nuestro tema “La mujer Bienaventurada, un carácter del otro mundo” hoy veremos “Mujer, Vive la verdadera misericordia” Mateo 5:7 dice “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”
Nuestra quinta característica de la mujer bienaventurada es la misericordia; hemos visto: la pobreza de espíritu, el llanto piadoso, la mansedumbre, el hambre y sed de justicia.
La misericordia además de ser un atributo de Dios, el cual ejerce en Su carácter perfecto en pro de los pecadores perdonando sus faltas, también es comunicable a su pueblo, el cual adquirimos por medio del Espíritu Santo en medio de la transformación de nuestro carácter.
Para que me puedan entender, empezaré por dar el ejemplo más grande de amor y misericordia jamás visto en la historia de la humanidad; “La muerte del Hijo de Dios, Jesucristo”
¿Quién de ustedes como madre daría a su hijo para que muera en vez de los injustos y pecadores? Estoy segura que ninguna.
La misericordia aquí se refiere a la empatía misma que sentimos por los sufrimientos reales de los demás, somos movidas a la piedad y la compasión. pero no se queda allí, sino que la misericordia es un acto de la voluntad, y una vez que se ofrece, la compasión atrae más misericordia.
Esta ha de ser genuina y dar verdadero fruto, lo que significa, ayudar desinteresadamente, acompañando de corazón, alma y pensamiento.
Los religiosos hacen todo lo contrario; dan de lo que les sobra, sin ningún tipo de sentimiento o afinidad genuinos, sino para que el mundo vea su falsa piedad y para ganar popularidad. Hay un versículo que amo, “que no se entere tu mano izquierda de lo que hace la derecha” Mateo 6:3
La genuina misericordia anula los méritos y eclipsa otros atributos de Dios. no obstante, la justicia de Dios se satisfizo con el sacrificio de Su Hijo, y eso fue misericordia.
Amadas, No necesitamos de aplausos, medallas y popularidad, ya que quien realmente recompensa nuestra misericordia está sentado en el trono celestial.
Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.
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