Antes de comenzar, quiero que observemos el escenario de la tentación, de la siguiente manera:
1. El Señor Jesucristo se encontraba en un desierto y en ayuno de 40 días.
2. El enemigo sabe la situación del Señor Jesucristo, por lo tanto, se acerca con conocimiento de la palabra de Dios y de las características y condiciones humanas.
3. El enemigo reconoce a Cristo como el Hijo de Dios al decir “Si eres El Hijo” expresión que no alude a la duda, sino que lo afirma, en la gramática griega.
4. El Señor Jesucristo responde siempre con la palabra de Dios citando el texto preciso, resistiendo a la tentación y dejando sin armas al enemigo.
De tres maneras tentó el enemigo al Señor Jesucristo y en las tres oportunidades el Señor salió victorioso. Y, ¿qué fue lo que le dio la victoria al Señor? es lo que vamos a ver y analizar durante estos días. Hoy nos corresponde la primera, “Los deseos de la carne” Mateo 4:3-4
El Señor nos enseña que:
1. Obedecer a Su Santa Palabra está por encima de nuestro vivir: Aunque comer es una necesidad primaria en nuestra humanidad, conseguir pan no es lo más importante en la vida, Mientras que la obediencia a toda palabra que sale de Su boca, lo es.
2. Esperar en Su tiempo: actuar por mi propia cuenta, buscar caminos alternos y más fáciles para abastecer mis necesidades básicas, sin dejar actuar a Dios, se llama actuar fuera de la voluntad de Él y es desacato a su mandato, e inmediatamente estaría yo obedeciendo al enemigo y desconfiando totalmente de la fidelidad de mi Padre.
3. Aceptar con humildad las situaciones difíciles: la escasez, el hambre u otros eventos relacionados a estos, trabajan directamente con mi carácter, ayudándome a ser más humilde, a depender más de Él y a entender más las cosas eternas, que por ahora son inmateriales a mi vista.
4. Confiar en Su fidelidad: a través de esas circunstancias difíciles que el enemigo las hace ver como imposibles, es que el Señor me recuerda que es El mi sustentador y no mi propio esfuerzo, ni ningún sistema u organización o persona en este mundo.
Amada no importa cuán intensa sea la tentación o prueba, esfuérzate y se valiente en obedecer a tu Señor, confía en Su palabra y Sus promesas, Él se encargará de recompensar tu esfuerzo y tu devoción a Su tiempo.
Nuestras necesidades no pueden ser más importantes que el amor que debemos sentir por nuestro Dios. ¡Di No a la tentación y Si al Señor!
Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.
Comments