Dirige tu corazón
Como bien sabemos, el corazón es el musculo que bombea e irriga la sangre al cuerpo, pero bíblicamente aquí se refiere al alma, a la persona, a la esencia.
En la Reina Valera 1960 dice: “El corazón que máquina pensamientos inicuos” y esto por supuesto no lo atribuimos a nosotras, porque lo vemos más que lejos, por su carácter maligno.
Pero que si vamos a Marcos 7:21-22 y leemos ese texto: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez”.
Encontramos una descripción más amplia de lo que el texto en proverbios nos quiere decir. Ya no es tan extraño a nosotras, es más familiar. Como por ejemplo “La envidia, la insensatez”
Y para cerrar con la cereza en el pastel, en el verso 21 el Señor Jesucristo aclaraba que no es lo que entra por la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale del corazón del hombre, y luego viene la lista descrita anteriormente.
Querida amiga el punto aquí es que no necesitamos ser delincuentes para permitir que nuestro corazón maquine pensamientos malvados, basta con tener un corazón. No es necesario creernos tan buenas como para aliviar nuestra conciencia.
Aunque no es constante esta conducta en nosotras, a veces se nos escapan los malos deseos, y es con lo que debemos luchar frecuentemente. Debemos ser honestas con Dios y con nosotras mismas y tener bien en claro que nuestra naturaleza pecaminosa paliara con la nueva hasta el final de nuestros días.
Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. Dice Pablo en 1 Corintios 10:12
Y ¿cómo contrarrestamos este comportamiento? Leyendo en oración, meditando, estudiando y aplicando Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”
Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.
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