1 Parte
Antes de hablar sobre nosotras, debemos entender de donde proviene el don de ser fiel, en nosotros los cristianos.
Y solo conociendo a Dios es que podemos llegar a entender la infinidad de sus promesas y su eterno alcance que sobre pasa nuestro conocimiento y entendimiento.
Nuestro gran Dios y Maestro es siempre fiel, Su fidelidad es uno de los atributos que más frecuentemente se destaca en las Escrituras. (Dt 7:9)
El fiel Dios es digno de nuestra fe y confianza, guarda las promesas y el pacto, cumpliendo su palabra, pero también sus amenazas. Es inmutable. Es fiel y justo para perdonarnos en nombre de Cristo, por Su obra cumplida.
Es por lo que la fidelidad debería ser también la característica del creyente. Es un aspecto del fruto del Espíritu. Es por excelencia la cualidad que Dios demanda de nosotros, los dispensadores de Sus misterios.
Si somos fieles en lo pequeño, se nos confiará lo grande (Lc 10:10-12) es solo con la ayuda de Dios queridas amiga que nosotras como sus hijas lograremos permanecer fieles hasta la muerte, como lo dice en (Ap 2:10) y por ello hay promesa de un rico galardón:
“¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. (Mt 24:45-46)
¿Estas tu preparada para ser hallada fiel hasta la muerte? ¿Eres bienaventurada desde ya, al obedecer con alegría y devoción al dueño de tu corazón?
¡Mañana veremos si estas preparada, en la segunda parte de este precioso tema!
Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.
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