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En el mercado actual existe una cantidad inimaginable de productos que el hombre necesita para desarrollar su vida cotidiana. Hay muchas empresas que trabajan con diferentes materiales a los cuales es necesario moldear utilizando diferentes maneras de hacerlo; Todo esto con el fin de que cada pieza con su respectiva forma se vuelva útil para el fin deseado. Pero para esto se requiere de un proceso; proceso en el cual es necesario diseñar un molde o una forma específica, la cual debe tomar la sustancia o de dicho elemento.
Hay diferentes formas de moldear como lo son, el tallado, la fundición, el doblando etc. Por ejemplo, el plástico, después de un estricto proceso, paso a paso, se vacía el material en el molde y esta toma la forma indicada, y es así como obtenemos utensilios plásticos, armables, camas etc.
Querida amiga con esta ilustración, quiero ampliar tu perspectiva de lo que es ser moldeada. Aunque el ejemplo habla de sustancia, elemento o una cosa, no está muy lejos de lo que nuestro amado Dios debe hacer para darnos la forma que el desea, la forma de Su Hijo amado.
Y es por lo que Dios está haciendo que todo coopere para bien de los que le aman, de los que son llamados conforme a Su propósito.
¡Pueda que no siempre parezca así! A veces cuando estamos sufriendo un gran dolor, una tragedia personal, desilusiones, frustraciones o la pérdida de un ser querido, nos preguntamos que bien puede salir de aquello.
Pero aquí el Señor nos da la respuesta: todo lo que Dios permite que entre en nuestras vidas está dispuesto para moldearnos conforme a la imagen de Su Hijo.
Cuando vemos esto quedan eliminados los interrogantes de nuestras oraciones. Nuestras vidas no están controladas por fuerzas impersonales como la casualidad, la suerte o el destino, sino por nuestro maravilloso Señor personal, que es “demasiado amante para no ser bondadoso, y demasiado sabio para equivocarse”.
Mañana continuaremos con este hermoso tema y veremos que debe tener un cuenta una mujer para ser moldeada por el Señor.
Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.
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