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Foto del escritorTania M Olsson

Ser una mujer cristiana es ser transformada por el poder de Dios

Parte 1


Amiga, ya sabemos que nuestra meta es glorificar a Dios con nuestra vida. La pregunta es ¿cómo lo logramos? Cuando hablamos de vida, no es simplemente la definición biológica, sino la acción que esta representa.


Para vivir se requiere de sabiduría y conocimiento, y estas dos provienen de Dios.

Así que empezaremos a estudiar los diferentes aspectos que intervienen al momento de cumplir el propósito al cual fuimos llamadas:


1. El primer aspecto es transformación: Es tomar la forma de Cristo. La biblia dice en romanos 8:29 “Porque a los que antes conoció, también los predestino para que fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo, para que el sea el primogénito entre muchos hermanos” y 2 corintios 3:18 “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”


Antes de entrar en materia debemos recordar que cuando Adán y Eva fueron creados ellos tenían la semejanza en personalidad, carácter y temperamento de Dios (Génesis 1:26).


Al momento en que ellos pecaron se rompió la comunión entre Dios y el hombre. La semejanza se perdió y el pecado entro al mundo.


Es por lo que El Señor Jesucristo vino a esta tierra, para dar Su vida, para que nosotras pudiéramos restablecer esa comunión, semejanza y ser libres de la esclavitud del pecado.


La transformación contiene el cambio radical de nuestro carácter a uno piadoso, teniendo como ejemplo a seguir a nuestro Señor Jesucristo y que se resume en el fruto del espíritu Santo.


Continuará mañana…


Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.



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