3 Parte
Amada mujer se debe destacar el hecho de que el mismo Dios es la herencia de los creyentes (Dt 10:9;18:2; Jos 13:14; Sal 16:5-6) así como nosotros somos herencia de El (Dt 9:26, 29; 1 Reyes 8:53; Sal 2:8; 33:12)
En conclusión, querida mujer debemos saber que Dios:
1. Nos ha garantizado esa herencia por medio del sello y la prenda del Espíritu Santo (Ef 1:13-14) confirmando la promesa con un solemne juramento.
2. Nos ha revelado “las riquezas de la gloria de su herencia” por su inmensa bondad. (Ef 1:8),
3. Nos hace “aptos para participar de la herencia de los santos en luz” (Col 1:12).
4. Nos promete “la recompensa de la herencia” (Col 3:24).
Todo esto por cuanto nos ha hecho renacer para una herencia en los cielos que es: (1 Pedro 1:3-4).
1. Incorruptible: Significa que nunca puede ser corroída, agrietada ni deteriorada. Está a prueba de muerte.
2. Incontaminada: significa que la herencia misma esta en perfecta condición. Ninguna mancha o empañamiento pueden deslucir su pureza. Está a prueba del pecado.
3. Inmarcesible: significa que nunca puede sufrir variaciones de valor, gloria o belleza. Está a prueba de tiempo.
Apreciada amiga, las herencias terrenales son inciertas en el mejor de los casos. A veces, el valor de una finca cae precipitadamente por bandazos del mercado. A veces las herencias son recurridas con éxito por parte de personas no mencionadas en ellas. A veces se priva a las personas de su herencia por cuestiones técnicas.
Pero esta herencia divina no esta sometida a ninguno de los cambios del tiempo, y no hay vacíos legales en el titulo del creyente a la misma. Esta guardada en la caja fuerte del cielo para el hijo de Dios
Con amor, Tania M Olsson. Nos veremos en una próxima oportunidad con una reflexión más, aquí en Diario de una mujer cristiana. Bendiciones mil.
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